La etapa realizada este sábado se ajusta plenamente a la etiqueta "RUTAS ETNOGRÁFICAS". El recorrido planificado en un principio, quizás demasiado ambicioso, abarcaba desde Lel hasta el paraje de La Alberquilla en la solana del Carche. A la hora de la verdad, entre la sorprendente profusión de cucos en la zona de Lel y la espantosa mañana de viento que nos salió, la ruta se redujo al título de la entrada: Los Cucos de Lel. Esta mañana de domingo cuatro liebres que ayer se perdieron la salida han realizado la ruta en segunda convocatoria. Ya nos contarán si pudieron completar el recorrido y a la hora que se les hizo.
El grupo, numeroso, parte a las 8:05 del Los Leones, donde Pepe Maestre batió, creo que de manera definitiva, el récord de la avería más tempranera, pues tuvo que salir directamente hacia una ferretería a buscar el tornillo de repuesto para el cierre de su tija del sillín.
Cruzamos el hondo del campo y la fría mañana nos dejó manos y pies helados como en pleno invierno. Pero pronto recuperamos el calor en el portillo del Serral y lo mantuvimos bien encendido por la pista de la Sierra de Salinas en las que un par de duros repechos sentaron a cada uno es su sitio, incluidos los hombres mayores. Y así llegamos a la Casa del Mosén, para entrar de inmediato en la Comunidad Valenciana.
El primer cuco, de Elías, no lo vimos. El segundo, Cabriol, ya conocido, lo divisamos a la derecha del camino que no abandonamos. Ya más adelante nos desviamos de la ruta a Lel y paramos en un yermo dominado por un cuco de buena factura y bien conservado del que desconocemos el nombre y que se muestra a continuación.
Al pasar por Lel paramos a almorzar y continuamos las marcha por la zona de La Centenera, en un agradable paraje de pinares en suaves colinas. Pronto llegamos al Cuco de la Centenera, ubicado junto a una antigua cantera y probablemente el más conocido de la zona.
A escasos 400 metros del anterior, en una cata de cantera abandonada a la derecha del camino, Paco y Francis encuentran otra construcción de piedra seca en falsa bóveda relacionada con los cucos y el trabajo en la cantera. Destaca del resto por su planta rectangular y su techo con remate adintelado.
Continuamos hacia el paraje del Toscá y encontramos numerosos cucos de diverso tamaño, factura
y estado de conservación. Destaca especialmente el llamado de Potrós, que llegó a tener dos dependencias unidas, de las cuales la más grande y reciente aparece hoy hundida. La parte más antigua es de una sorprendente perfección contando incluso con una escalera exterior para subir arriba.
Seguimos por un camino asfaltado y llegamos a la confluencia de la Vereda de Quijal con la Cañada de Los Serranos. En esta zona podemos divisar como se suceden las construcciones de mampostería en seco a la derecha de nuestra marcha. Cucos por todas partes. De todos los tamaños y acabados. Reconvertidos, en uso y abandonados.
Y así llegamos casi a Pinoso. El viento que hasta ahora nos había empujado era ahora ese convidado al que nadie invita pero que siempre aparece cuando menos falta hace. Nos quedaba la vuelta que el grueso del grupo hicimos por Raspay y la Hoya del Mollidar, intentando esquivar en lo posible el fuerte viento que nos azotaba de frente pero que a Pepe Sánchez no parecía afectarle lo más mínimo pues nos llevó en fila india, torturándonos a ratos, 30 kilómetros como si nada. Habrá que averiguar la procedencia de los orejones que nos ofreció Raúl porque le hicieron un efecto parecido al de la poción mágica: por favor Raúl, que sea la última vez ;-).
En resumen, una interesante ruta para conocer un poco más de la tierra que nos rodea que solo resultó deslucida por el fuerte viento y el mal servicio que recibimos en la terraza donde paramos a tomar la cerveza final que culminó la ruta y que a alguno estuvimos a punto de pagar con un resfriado.
Aquí, todas las fotos.
AQUÍ EL TRACK REALIZADO: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=4251804
Resumen de la ruta:
Distancia: 68 km.
Ascensión acumulada: 636 m
Duración 5:55 h.
Tiempo parados: 1:55 h.
Velocidad media en movimiento: 18 km/h
Dificultad: ninguna. Un corto tramo de senda y dos repechos duros pero cortos.
El grupo, numeroso, parte a las 8:05 del Los Leones, donde Pepe Maestre batió, creo que de manera definitiva, el récord de la avería más tempranera, pues tuvo que salir directamente hacia una ferretería a buscar el tornillo de repuesto para el cierre de su tija del sillín.
Cruzamos el hondo del campo y la fría mañana nos dejó manos y pies helados como en pleno invierno. Pero pronto recuperamos el calor en el portillo del Serral y lo mantuvimos bien encendido por la pista de la Sierra de Salinas en las que un par de duros repechos sentaron a cada uno es su sitio, incluidos los hombres mayores. Y así llegamos a la Casa del Mosén, para entrar de inmediato en la Comunidad Valenciana.
El primer cuco, de Elías, no lo vimos. El segundo, Cabriol, ya conocido, lo divisamos a la derecha del camino que no abandonamos. Ya más adelante nos desviamos de la ruta a Lel y paramos en un yermo dominado por un cuco de buena factura y bien conservado del que desconocemos el nombre y que se muestra a continuación.
Al pasar por Lel paramos a almorzar y continuamos las marcha por la zona de La Centenera, en un agradable paraje de pinares en suaves colinas. Pronto llegamos al Cuco de la Centenera, ubicado junto a una antigua cantera y probablemente el más conocido de la zona.
A escasos 400 metros del anterior, en una cata de cantera abandonada a la derecha del camino, Paco y Francis encuentran otra construcción de piedra seca en falsa bóveda relacionada con los cucos y el trabajo en la cantera. Destaca del resto por su planta rectangular y su techo con remate adintelado.
Continuamos hacia el paraje del Toscá y encontramos numerosos cucos de diverso tamaño, factura
y estado de conservación. Destaca especialmente el llamado de Potrós, que llegó a tener dos dependencias unidas, de las cuales la más grande y reciente aparece hoy hundida. La parte más antigua es de una sorprendente perfección contando incluso con una escalera exterior para subir arriba.
Seguimos por un camino asfaltado y llegamos a la confluencia de la Vereda de Quijal con la Cañada de Los Serranos. En esta zona podemos divisar como se suceden las construcciones de mampostería en seco a la derecha de nuestra marcha. Cucos por todas partes. De todos los tamaños y acabados. Reconvertidos, en uso y abandonados.
Y así llegamos casi a Pinoso. El viento que hasta ahora nos había empujado era ahora ese convidado al que nadie invita pero que siempre aparece cuando menos falta hace. Nos quedaba la vuelta que el grueso del grupo hicimos por Raspay y la Hoya del Mollidar, intentando esquivar en lo posible el fuerte viento que nos azotaba de frente pero que a Pepe Sánchez no parecía afectarle lo más mínimo pues nos llevó en fila india, torturándonos a ratos, 30 kilómetros como si nada. Habrá que averiguar la procedencia de los orejones que nos ofreció Raúl porque le hicieron un efecto parecido al de la poción mágica: por favor Raúl, que sea la última vez ;-).
En resumen, una interesante ruta para conocer un poco más de la tierra que nos rodea que solo resultó deslucida por el fuerte viento y el mal servicio que recibimos en la terraza donde paramos a tomar la cerveza final que culminó la ruta y que a alguno estuvimos a punto de pagar con un resfriado.
Aquí, todas las fotos.
AQUÍ EL TRACK REALIZADO: http://es.wikiloc.com/wikiloc/view.do?id=4251804
Resumen de la ruta:
Distancia: 68 km.
Ascensión acumulada: 636 m
Duración 5:55 h.
Tiempo parados: 1:55 h.
Velocidad media en movimiento: 18 km/h
Dificultad: ninguna. Un corto tramo de senda y dos repechos duros pero cortos.